Nuestra Historia

Los fundadores Petit y Franz se trasladaron al Perú (desde Europa) en la década de 1990.

Han pasado las últimas décadas trabajando para aliviar la pobreza extrema en las comunidades rurales del
Perú prodigando amor, atención y educación a través de la Fundación Sol y Luna.

Al ver las casas rurales en el Valle Sagrado uno podría pensar que la vida allá debe ser bastante sencilla, idílica incluso. Sin embargo, la dura realidad es que muy a menudo la pobreza extrema incuba violencia, alcoholismo y abuso. Sin tener esperanza alguna, la luz en los ojos de los niños se va apagando… En Sol y Luna generamos cambios positivos al brindar dos cosas que todos los niños merecen: amor y educación.
— Petit Miribel

Timeline

Petit llega al Perú para trabajar en la industria minera en Lima.
1990
1998 Petit y su esposo Franz se trasladan al Valle Sagrado y juntos crean la Fundación Sol y Luna.
2009 Habiendo apoyado a colegios públicos locales durante la década anterior, la Fundación inaugura finalmente su propio colegio. El Colegio Sol y Luna empieza ofreciendo educación inicial y los primeros años de primaria.
2000 Se inaugura el Hotel Sol y Luna con 14 casitas. La finalidad de crear el hotel es generar fondos para la Fundación Sol y Luna a través de reservas.
2010 Se amplía el Hotel Sol y Luna, ofreciendo casitas Deluxe y Premium, mientras que el Colegio Sol y Luna empieza a ofrecer educación primaria completa.
2015 La Fundación crece e incluye a Paqari, un centro para niños con discapacidad.
2016 El Hotel Sol y Luna incluye una nueva piscina temperada, jacuzzi, sauna y gimnasio.
2017 Se gradúan los primeros alumnos del Colegio Sol y Luna.
2018 El Hogar Sol y Luna abre sus puertas, ofreciendo un hogar seguro y pleno de amor para alumnos que sufren violencia o están desatendidos.

2019

  • El hijo mayor de Petit y Franz, Thomas, se gradúa en el Colegio Sol y Luna a los 17 años.
  • La Fundación lanza Roots & Wings, un programa para apoyar a que los graduados del Colegio Sol y Luna continúen sus estudios (incluyendo el bachillerato internacional y carreras universitarias).
2020 La hija menor de Petit y Franz, Melanie, se gradúa en el Colegio Sol y Luna a los 17 años.
Cuatro alumnos del Colegio Sol y Luna continúan sus estudios gracias al apoyo del programa Roots & Wings: Nery, Kusi y Carolina estudian en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Mateo está estudiando mecánica automotriz en el SENATI, en Cusco.

“Nuestra primera experiencia con la escuela tiene más de una década. Cuando ya vivíamos en Urubamba unos meses, nos permitieron matricular a nuestras hijas. A partir de las amistades que hicieron y de la atención recibida desarrollaron una profunda conexión.

Sol y Luna es un lugar cálido, seguro, de aprendizaje y refugio, profundamente significativo para los niños y las personas que los apadrinan.

Los niños a los que apoyamos se han convertido en parte de nuestra familia extendida. Pensamos a menudo en ellos y celebramos las noticias periódicas sobre sus progresos. Estar involucrados en sus vidas es un honor para nosotros, y esperamos continúe por muchas décadas”.

John Montgomery, padrino de Maricielo y Aaron

Nuestra primera experiencia con la escuela tiene más de una década. Cuando ya vivíamos en Urubamba unos meses, nos permitieron matricular a nuestras hijas. A partir de las amistades que hicieron y de la atención recibida desarrollaron una profunda conexión.

Sol y Luna es un lugar cálido, seguro, de aprendizaje y refugio, profundamente significativo para los niños y las personas que los apadrinan.

Los niños a los que apoyamos se han convertido en parte de nuestra familia extendida. Pensamos a menudo en ellos y celebramos las noticias periódicas sobre sus progresos. Estar involucrados en sus vidas es un honor para nosotros, y esperamos continúe por muchas décadas.

Jean Franken, padrino de Ana Liz

En 2016 y 2018 pasé un tiempo en la Fundación Sol y Luna y me impresionó el trabajo diario que hacen Petit y su equipo. En 2019 empecé a apadrinar a Ana Liz, pero debido a la pandemia no pude visitar el lugar hasta agosto de 2022. Fue una experiencia inolvidable, no solo porque Ana Liz es una niña linda y cariñosa, sino porque pude ver también el amor y atención que el equipo de Sol y Luna le prodiga. Recibo tres veces al año un informe detallado sobre sus avances académicos. Ana Liz y los otros niños que viven en el Hogar Sol y Luna reciben excelente atención y disfrutan viviendo en un entorno familiar. Los niños comparten sus cuartos, tienen un comedor grande, una cocina, baños y una sala de estar donde pueden estudiar, leer y jugar. En mi última visita pude compartir con Ana Liz momentos maravillosos, incluyendo un almuerzo en casa de sus padres, donde me recibieron su madre y sus hermanos. Me sentí feliz y orgullosa por formar parte de la Fundación Sol y Luna. Felicitaciones a Petit, a Kelly y a todo el equipo por su trabajo diario y todo lo que hacen por los niños.

Maggie Draycott, madrina de Juan Carlos

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